Fig 1. DOM
- Descubierta por Alexander Shulgin en 1963.
- Duración: 12 a 36 horas.
- También conocida como STP.
Fig 2. Estructura química de la 2,5-Dimetoxi-4-metilanfetamina (DOM)
Orígenes
La más conocida de todas las anfetaminas psicodélicas, la familia DOx es famosa por ser extremadamente potente y duradera. Aunque innegablemente psicodélica, la experiencia DOx es más una carrera de resistencia que de velocidad. Lenta al inicio, larga e intensa en el medio y de 24 horas o más para que termine. Estimulación y otros afectos post-viaje pueden durar varios días. Consistente de DOM y docenas de otros químicos, tales como DOI – y probablemente muchas más aún por ser descubiertos – la serie DOx ha estado deleitando, espantando y probando la paciencia de hippies y psiconautas desde la fecha de su descubrimiento en 1963.
Alexander Shulgin descubrió la serie DOx al modificar un esqueleto químico de diversas maneras. La variable “x” en DOx es solo para diferenciarlas. Une un bromo y obtienes DOB, une un yodo y obtienes DOI, o con un cloro, DOC. Une un grupo metil y obtienes al abuelo de todos ellos: DOM – El primero que Shulgin descubrió y que gracias a la desastrosa experimentación por hippies en la costa oeste de EUA, la primera en atraer la atención de la policía, los medios y la comunidad médica.
La experiencia
Shulgin creó DOM por primera vez en 1963 mientras investigaba psicodélicos para la Dow Chemical Company. Él y sus amigos descubrieron que de 3 a 5 miligramos se producían fuertes efectos. Muchos usuarios reportan una placentera “elevación corporal” que amplifica las sensaciones táctiles hacia olas de placer, así como visión y audición agudizada.
Alucinaciones complejas son comunes, y sus usuarios muchas veces se encuentran inmersos en sus fantasías, especialmente con los ojos cerrados. Después de 5 miligramos, uno de los conejillos de indias de Shulgin escribió: “Supe lo que era ver a través del borde a la locura.” Y con 10 miligramos, Shulgin reportó que “la DOM tiene la gloria y la pena selladas en ella.” Y a los 12 miligramos producía temblores que se sentían “como envenenamiento.”
Fig 3. El químico Alexander Shulgin en Dow Chemical
Imaginen la locura cuando la DOM llegó a las calles de San Francisco en tabletas de 20 miligramos. Distribuida como STP, nadie realmente sabía que la sustancia era de hecho, DOM. Según se decía, sus iniciales significaban “Serenidad, Tranquilidad y Paz”, la STP solo sembró terror y confusión a los hippies de Haight-Ashbury que la tomaron. Los químicos rápidamente partieron las dosis a la mitad, pero 10 miligramos aún provocaban un viaje de un día entero.
Miles de esas dosis fueron distribuidas a los asistentes de “Human Be-In”, un evento celebrado en 1967 en el Parque Golden Gate, unos meses antes del “Summer of Love”. Debido a que el LSD había sido prohibido en California el año anterior, el momento era perfecto para que una alternativa nueva tomara la escena.
Pero el debut de la DOM fue un desastre. Además de la de por sí alta dosis, la lenta subida de la DOM causó que muchas personas creyeran que no estaban teniendo efectos después de 1 hora, por lo que decidieron tomar una tableta más, a veces dos. Esto resultó ser un tremendo error. Mientras el poeta beat Allen Ginsberg cantaba mantras, los Grateful Dead tocaban y Timothy Leary le decía a todo mundo “Turn on, tune in, drop out” miles de personas se empezaron a malviajar.
Fig 4. Flyer de “Human Be-In” (1967)
Los hospitales de la bahía de San Francisco comenzaron a inundarse con hippies tripeando. El tiempo resultó ser la mejor medicina – eventualmente todos los usuarios regresaron a tierra firme, aunque probablemente algunos no quisieron saber más de psicodélicos en su vida. Afortunadamente, nadie murió, excepto por la reputación de la DOM que se amargó de la noche a la mañana.
En retrospectiva, la condena fue prematura. Lejos de revelar propiedades tóxicas de la DOM, el percance de Human Be-In sirvió para demostrar la necesidad de regulación y educación relativa al uso recreacional de drogas. Si no fuera por las engranes rodantes de la Prohibición, que terminan orillando a los usuarios hacia nuevas y desconocidas sustancias, los hippies probablemente hubieran tenido acceso al viejo LSD aquel día – un trip conocido con muy poca toxicidad y una duración mucho más manejable.
Ram Dass y Ken Kesey sobre la STP
Varios personajes de los 1960s han declarado sobre los extraordinarios efectos de la DOM. El Dr. Richard Alpert, el profesor que comenzó el Proyecto de Psilocibina de Harvard con Timothy Leary y fue mejor conocido como el gurú Ram Dass, probó por primera vez la sustancia en un departamento de Manhattan. Después de una fuerte e intensa experiencia que culminó en un intento de salir por una ventana de un piso elevado, terminó rechazando la sustancia.
Al probarla de nuevo, después de cinco días de ayuno en el valle Taos de Nuevo Mexico, Alpert la describió como “un viaje simplemente extraordinario. Realmente quedé impresionado. Todavía creo que puede ser demasiado fuerte para la mayoría de las personas… pero para mí fue ciertamente una profunda experiencia psicodélica.”
Ken Kesey, el autor e ícono psicodélico que dirigió un autobús escolar lleno de Mery Pranksters en un viaje ácido a través de Estados Unidos fue mucho menos entusiástico al respecto. Después de tomar demasiado DOM, él y sus amigos se encontraron sometido a un “reajuste” a las manos de una siniestra presencia alienígena. “No la pudimos controlar.” Kesey explica, “Y olvide algo… perdí algo que daba por sentado, algo que ha sido forjado por quien sabe cuántos miles de años de esfuerzo humano, y está ahora en nosotros.” Lo comparó con navegar un barco a la deriva. “Cuando busco la caña del timón detrás de mí, después del STP, encuentro que ha desaparecido. Ya no supe ni cual hombre estaba navegando a través del mundo.”
Eso es algo un poco deprimente. Pero quizá, al igual que sucedió en San Francisco, la crisis existencial de Kesey se puede reducir a una simple cuestión de dosis. Según Kesey, el ingeniero de sonido de los Grateful Dead y químico clandestino Owsley Stanley “estaba sacándolo a cucharadas y dejando que la gente lo aspirara o lo chupara.”
Si hay una lección que aprender sobre los excesos de la DOM en los años sesenta, es esta: Conoce tu sustancia, conoce las dosis. Excederse imprudentemente con cualquier psicodélico es una excelente manera de terminar en el hospital – o en el mar, esperando encontrar la caña del timón que nos hace humanos.
La contribución de la DOI a la ciencia
En la familia DOx, la DOI es sobresaliente por su considerable contribución a la ciencia. Cientos de documentos de investigación científica han utilizado la sustancia de algún modo. El átomo de yodo en la DOI puede ser reemplazado con un isotopo radioactivo, lo cual lo vuelve extremadamente útil cuando es combinada con técnicas de imagenología como las tomografías de emisión de positrones (TEP). Ya que la DOI se une a los receptores de serotonina a través del cuerpo, el átomo radioactivo actúa como una especie de rastreador, permitiéndoles a los investigadores observar las rutas moleculares del cuerpo como nunca antes.
Un estudio pionero con DOI demostró que la sustancia ayuda a reducir la presión intraocular, lo cual podría ser útil en el tratamiento de la glaucoma. Otro equipo descubrió que reduce – con extraordinaria potencia – una proteína natural que produce inflamación. La DOI podría guiar a tratamientos completamente nuevos de enfermedades degenerativas como el Alzheimer o artritis reumatoide, en los cuales la inflamación crónica juega un rol importante.
La DOI aparentemente es efectiva para prevenir el asma – al menos en ratones. La mayoría de los psicodélicos agonistas de los receptores de serotonina han capturado la atención médica por sus efectos mentales, pero de hecho, la serotonina y sus receptores se encuentran en todo el cuerpo, incluidos los pulmones. En un estudio en 2015, roedores expuestos a un estímulo alérgico reaccionaron de un modo similar al asma; pero cuando previamente se les administró DOI vía aérea antes del recibir el estímulo, los roedores ya no presentaban las reacciones y seguían respirando normal: el asma había desaparecido. Tomaría bastante tiempo desarrollar la DOI como medicina para humanos, pero estos descubrimientos abren la puerta a nuevas posibilidades para el tratamiento del asma.
Fig 5. Ratón sin asma
¿Vienen más?
Existen bastantes sustancias de la familia DOx, muchas de ellas aún sin probar. El genio de Shulgin no consistió solo en explorar nuevos territorios moleculares y empujar las fronteras de la consciencia hacia adelante sino también en dejar tentadoras pistas a futuros exploradores. Shulgin estaba convencido que aún mas variaciones de sus creaciones DOx resultarían psicoactivas y extendió una invitación abierta a todos los pioneros químicos del futuro.
El texto en su totalidad es una traducción fiel al español del capitulo sobre DOM del libro “Medicina Mágica” de Cody Johnson. Páginas 42 a la 46.
Fuentes:
- Parker SF. Conversations with Ken Kesey. Jackson, MS: University Press of Mississippi; 2014.
- Bureau of Drug Abuse Control. Micro-Gram. Nov 1967;1(1):1–2. www.erowid.org/library/periodicals/microgram/microgram_1967_11_v01n01.pdf.
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- Yu B, et al. “Serotonin 5-Hydroxytryptamine2A Receptor Activation Suppresses Tumor Necrosis Factor- α- Induced Inflammation with Extraordinary Potency.” J Pharmacol Exp Ther. 2008;327(2):316–323. doi:10.1124/jpet.108.143461.
- Gabelt BT, et al. “Aqueous Humor Dynamics in Monkeys after Topical R-DOI.” Invest Ophthalmol Vis Sci. 2005;46(12):4691–6. doi: 10.1167/iovs.05-0647.
- Morris H, Smith A. “The Last Interview with Alexander Shulgin.” VICE. May 1, 2010. www.vice.com/en_se/article/the-last-interview-with-alexander-shulgin-423-v17n5. Published May 1, 2010.
- Dawks. “Is DOx any good?” Shroomery. July 4, 2013. www.shroomery.org/forums/showflat.php/Number/18555338. Published July 4, 2013.
- Barfknecht CF, Nichols DE. “Potential psychotomimetics. Bromomethoxyamphetamines.” J. Med. Chem. 1971 Apr;14(4)370–372.
- Shulgin AT, et al. “4-Bromo-2,5-Dimethoxyphenylisopropylamine, a new centrally active amphetamine analog.” Pharmacology. 1971;5(2)103–107.