Fig 1. Hongo Amanita muscaria
- Conocido por chamanes siberianos desde hace milenios
- Duración: 6 a 8 horas
- Asociado con culturas siberianas tradicionales
- Compuestos activos: Muscimol y ácido iboténico
Fig 2. Estructura química del muscimol
Orígenes
Amanita muscaria presume quizás la más conspicua e icónica apariencia de todas las formas de vida psicoactivas. Reunidos en pintorescos grupitos debajo de abedules o árboles de hoja perenne, los brillantes sombreros rojos espolvoreados con escamas blancas como lunares forman una inconfundible y casi surreal imagen. Uno casi espera ver hadas del bosque revoloteando en esta idílica escena, pero por supuesto, es difícil que aparezcan si no se ha consumido el hongo primero.
A través de los siglos, el hongo Amanita muscaria ha emergido como el principal arquetipo del hongo en la cultura popular, haciendo apariciones en cualquier cosa desde adornos en jardines y juguetes ornamentales hasta superpoderes en videojuegos y libros para niños. Dos clásicos de Disney, Fantasía y Blancanieves, muestran al icónico hongo en escenas de vívida danza, reminiscente de su uso tradicional por chamanes del lejano oriente.
La perdurable popularidad de este hongo en tiempos modernos probablemente se deba más a su impactante apariencia y distribución global que a sus efectos en la mente. Es difícil saber si algo tan inocuo como las casas de los Pitufos representan una deliberada alusión a visiones provocadas por drogas. Sin embargo, su asociación con la magia, las hadas y los espíritus persisten hasta el día de hoy.
Colonizando el mundo
Mucho antes de que invadiera la consciencia colectiva popular, Amanita muscaria expandió primero sus fibras a través del mundo físico. Por milenios, fue utilizada tanto en contextos religiosos o recreacionales por culturas tradicionales en Siberia. De ahí se expandió por Asia, Europa y Norteamérica. Hoy puede ser encontrado en todo el mundo, aunque en algunas áreas es considerada una especia invasiva – más parecido a hierba micológica que a un regalo de los dioses.
Donde sea que crezca, forma una relación simbiótica con un árbol anfitrión – un acuerdo mutuamente benéfico en el cual el hongo coloniza y extiende el sistema de raíces del árbol. Debido a esto, el hongo no puede ser cultivado, solo cosechado en la naturaleza. Los árboles suelen ser abedules o pinos, pero Amanita muscaria no es tan selectivo. En Australia incluso forma alianza con árboles de eucalipto – algo muy alejado de los pinos con nieve de su tierra natal. Es como una especie de hongo polizón, con esporas que viajan a través de los océanos al aferrarse a las semillas de árboles importados.
El género Amanita incluye especies perfectamente comestibles, así como también algunos de los hongos más venenosos del planeta, incluyendo los Ángeles Destructores (Amanita bisporigera) y Hongos de la Muerte (Amanita phalloides) responsables de más del 90% de las muertes provocadas por consumo de setas. Las dos especies psicoactivas más famosas son Amanita muscaria, reconocido por su efectividad como insecticida casero en la Edad Media – y Amanita pantherina, una especia más rara pero más potente encontrada en Europa y Asia Occidental.
Fig 3. Ángeles destructores (Amanita bisporigera)
Las especies de Amanita tienen muy poco en común con los “hongos mágicos” que contienen psilocibina. Los hongos psilocibios causan un tumulto de pensamientos y sentimientos simultáneos, visuales giratorios que generalmente son reconocidos como ilusiones y una profunda conexión con mente y cuerpo. El hongo Amanita muscaria, sin embargo, produce quietud de mente, alucinaciones confundidas por realidades y una sensación de desapego. Los hongos psilocibios siguen siendo mucho más populares pero en comparación los hongos Amanita casi no son usados recreacionalmente.
¿Veneno o Medicina sagrada?
Dos compuestos químicos son los responsables de los efectos de A. muscaria y A. pantherina – Muscimol, el compuesto psicoactivo principal y Ácido iboténico el cual ocurre en concentraciones mayores. Una parte del ácido iboténico es convertido en Muscimol dentro del cuerpo; el resto es desechado intacto en la orina.
Una dosis para un adulto generalmente varía de uno a tres sombreros de hongo, pero si alguien piensa ir a sepa esto: La potencia de cualquier sombrero depende de la región y temporada en la cual se está recolectando. Envenenamientos accidentales, ya sean por una identificación errónea o sobredosis recreacional, son comunes, pero las muertes son extremadamente raras. De hecho, hay muy pocas muertes registradas en las que individuos sanos hayan muerto por sobredosis de Amanita muscaria.
En algunos contextos muy limitados, el hongo Amanita muscaria ha sido incluso utilizado como comida. Así es: Si es propiamente hervido para remover todas las toxinas, este hongo puede ser preparado para la cena. En Sanada, un pueblo lejano en la prefectura Nagano de Japón, las amanitas en vinagre son un antojito tradicional – aunque cada vez más raro. Durante tiempos de adversidad económica que llevaron a la Segunda Guerra Mundial, algunas villas italianas recolectaron, desintoxicaron y cocinaron los hongos salvajes para evitar morir de hambre.
Estos ejemplos son pocos y variados, sin embargo, a los micófagos casuales se les recomienda mejor mantenerse a raya con las especies culinarias más conocidas – o de lo contrario, estar preparados para un potencialmente accidental viaje chamánico como postre para la cena.
Amanita muscaria invade la consciencia occidental
Durante el siglo XVIII, se filtraron extraños relatos provenientes de viajeros que habían visitado a lejanos locales siberianos. Los rumores aludían a intrépidas personas que reunían renos en manadas en la nevada tundra, comían setas mágicas y celebraban misteriosas ceremonias que alteraban entre enérgica manía e irresistible letargo.
El reporte escrito más antiguo vino de Filip Johann von Strahlenberg, un coronel sueco que fue capturado por los rusos y vivió en Siberia por doce años como prisionero de guerra. En 1730, publicó un libro que detallaba la vida de los Koryak, una remota tribu siberiana, incluyendo su uso del legendario hongo.
Una historia en particular describe vívidamente las divisiones de clase de los Koryak. Según von Strahlenberg, aquellos a los que les alcanzaba para obtener los preciados hongos lo consumían con regularidad, con frecuencia vendiendo pieles o renos para obtenerlos de comerciantes rusos. Pero algunos se las ingeniaban de otro modo:
“Los más pobres, se postraban alrededor de las chozas de los ricos, esperando la oportunidad para que cuando llegara el momento de orinar, pudieran ofrecer su plato de madera para recibir la orina, la cual bebían con gusto… y de esta manera ellos también se emborrachaban.”
La separación no recaía siempre en diferencias de clases económicas. En Siberia occidental, solo los chamanes estaban autorizados para consumir el hongo; los demás miembros de la tribu consumían la orino psicoactiva del chamán. De este modo el chamán era, literal y metafóricamente, el conducto que canalizaba el poder divino del hongo hacia su gente.
Fig 4. La orina de los renos también era recolectada
Este aparentemente extraño método, era de hecho, bastante práctico. En la tundra, beber la orina servía para como una manera de conservar el preciado recurso. De hecho, debido a que el cuerpo humano metaboliza el ácido iboténico en el aún más potente muscimol, la orina entonces se vuelve aún más fuerte en sus efectos que los mismos hongos frescos y además se filtran algunos de los desagradables efectos secundarios.
Para aquellos que lo aguanten, este proceso puede ser repetido cuatro o cinco veces antes de que se pierda la potencia por completo. Al reciclar repetidamente los compuestos activos, unos cuantos hongos pueden generar efectos en muchas personas y alargar su estado alterado de consciencia incluso por días. Si el hongo Amanita muscaria es un regalo de los dioses, como los chamanes siberianos creen, entonces realmente es un regalo que sigue dando y dando.
Los humanos no son los únicos en comer estos hongos. Los renos también tienen son aficionados a ellos. La tribu Sami, de Finlandia, al notar la predilección de estos animales por el hongo, han recolectado y bebido la orina de los renos para obtener efectos psicoactivos.
El primer trip report
Durante el siglo después de la publicación del libro de von Strahlenberg, algunos viajeros confirmaron sus observaciones, pero seguía sin haber reportes que detallaran el estado mental del consumo de estos hongos. Esto cambió en 1837 cuando un brigadier polaco llamado Joseph Kopec publicó el primer reporte personal de intoxicación por Amanita muscaria.
Mientras vivía en una alejada región al noreste de Siberia, Kopec se enfermó y un curandero local le ofreció los hongos como medicina. Después de comerlos, Kopec se encontró a sí mismo en:
“… los más bellos jardines donde solo el placer y la belleza parecían gobernar. Flores de diferentes colores, tamaños y aromas aparecían frente a mis ojos; un grupo de las más hermosas damas vestidas de blanco yendo de un lugar a otro aparentemente encargadas de la hospitalidad de ese paraíso terrenal. Parecían contentas con mi visita y me ofrecieron diferentes frutos, bayas y flores. Es difícil, casi imposible, describir las visiones que tuve en tan larga noche… Todos los objetos y personas que conocía… todos mis juegos, ocupaciones, acciones… una tras otra, día con día, año con año, en una palabra la imagen de mi pasado entero se volvió presente frente a mí.”
Para los europeos, el trip report de Kopec dejaba entrever un poco la razón de por qué este extraño hongo era tan especial para los chamanes del lejano oriente. Estudios posteriores y reportes de testigos terminaron por echar luz sobre su rol central en gran parte del norte de Asia. Lejos de ser un fenómeno aislado, Amanita muscaria resultó ser un sacramento vital entre tribus y personas que vivían alejadas miles de kilómetros entre sí. Para algunos grupos indígenas, dicho hongo fue su única sustancia psicoactiva por muchos siglos – hasta que sus sureños vecinos rusos los introdujeron al alcohol.
Los Koryak de Kamchatka
La fuente de la mayoría de estas historias es Kamchatka, una península aislada escondida en una esquina al noreste de Siberia. Kamchatka es un mundo de hielo y fuego, sus nevadas llanuras contienen docenas de volcanes activos, aguas termales y géiseres. Las tribus koriacas se ganan la vida en las costas de la remota tundra, como siempre lo han hecho. Aunque ya se han adaptado al mundo moderno, cambiando sus renos tradicionales por motos de nieve, su gusto por los hongos alucinógenos ha persistido a través de los siglos.
Fig 5. Kamchatka, tierra de hielo y fuego
En cuanto a los hongos, el enfoque de los rusos y los koriacos no podría ser más diferente: Los rusos recolectan y consumen muchas variedades de hongos, pero se fijan en evitar tomar el intoxicante hongo. Las tribus indígenas, sin embargo, activamente buscan el hongo rojiblanco casi de manera exclusiva. En una demostración extraordinaria sobre como los valores culturales de una sociedad dictan nuestras actitudes, especialmente en relación a estados alterados de consciencia. El veneno de unos es el placer de otros.
Para los Koryak, Amanita muscaria es todo desde medicina, mediador del mundo espiritual hasta celebrado intoxicante. Los chamanes lo aplican tópicamente para curar heridas y eliminar el dolor. Los ancianos la consumen en la noche para ayudarse a dormir y en el día para incrementar la energía – un claro ejemplo de los efectos paradójicos de esta escarchada belleza. Los chamanes usan el hongo para acceder al mundo de los espíritus, que a su vez les permite diagnosticar enfermedades, buscar nombres para recién nacidos, hablar con los ancestros y brindar consejos de caza a la tribu. En fiestas de temporada o bodas, todos consumen el hongo, generalmente con jugo de bayas.
La experiencia
Como un delirante con notable lucidez, un disociativo con mejoras táctiles y sensuales, y un sedante que le brinda al usuario una abrumadora fuerza y resistencia, Amanita muscaria es un hongo de fuertes contrastes, más definido por su paradojas que por efectos consistentes. Quizá el oxímoron de “soñar despierto” lo describe mejor. Momentos de terror se transforman en arrebatos de éxtasis, y una persona puede pasar de una sesión musical de intensas percusiones a dormir profundamente sin el menor aviso.
Náusea, espasmos musculares y sudoración y salivación intensas son los efectos secundarios más comunes, pero estos varían bastante de persona a persona y según la dosis. La visión se vuelve borrosa y la coordinación motora se ve afectada, aun así los koriacos mencionan que altas habilidades y fuerza extraordinaria son comunes en miembros de la tribu que consumen los hongos. La imprevisibilidad del hongo seguramente ha contribuido a su legendaria reputación como conducto de los dioses.
Un investigador que convivió dos años con tribus siberianas describe como los hombres entraban a arrebatos de éxtasis después de consumir el sacramento:
“De repente saltaban intensamente desde sus asientos, y pedían a gritos un tambor… y ahora comenzaban indescriptibles cantos y danzas, ensordecedoras percusiones y corriendo de un lado para otro… aventando todo, saltando, hasta llegar a sentirse completamente exhaustos. Entonces, de repente colapsaban como si hubieran muerto y caían en un sueño profundo.”
Fig 5. Danza chamánica Koryak
Otro investigador menciona “una inexorable urgencia de actividad, acompañada de alucinaciones, arranques de extáticos frenesís, visiones proféticas, energía sexual y notable fuerza bruta.” La vigilancia y la somnolencia vienen en olas, como la marea. Los sueños son tan vívidos como la realidad misma, e igualmente creíbles. Al igual que otros delirantes, la memoria se ve afectadas – el usuario con frecuencia se despierta recordando solo una parte de lo que sucedió.
Según el novelista Tom Robbins, este hongo nos acerca “si no a la divinidad misma, por lo menos a una consciencia holística de la divinidad. Pero no lo hace gentilmente. En vez de deslizarnos a la tela cósmica con la suavidad de una aguja de plata, lo hace como si fuera una estaca de madera. Y por supuesto, la punta de la estaca se achata en el proceso”.
Una red global
Amanita muscaria es uno de los sacramentos naturales más antiguos y con mayor distribución del mundo. La península de Kamchatka podría ser su cuna, pero este misterioso hongo ha viajado por el mundo y ha echado raíces en locaciones remotas. Usando un poco la imaginación, podemos ver estas aisladas tradiciones de chamanismo con hongos como parte de una tradición aún más amplia – ramificaciones locales de una red de micelio cuyos filamentos abarcan el mundo entero y trascienden el tiempo.
El escarchado hongo ha colonizado cada vez más locales al relacionarse cada vez más en la vida humana, al mostrar su forma física cerca de las raíces de pinos y abedules. Alcanzando tierra fértil en la consciencia humana, el hongo muestra su fruto: no su sombrero rojiblanco brotando de la tierra, sino su inefable experiencia visionaria ocasionada en las mentes de sus seguidores.
El texto en su totalidad es una traducción fiel al español del capitulo sobre Amanita muscaria del libro “Medicina Mágica” de Cody Johnson. Páginas 146 a la 153.
Fuentes:
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